La Ley de la Vida, como la mayoría de leyes naturales, es inexorable y no se detiene ante nada. Sabemos que estamos en este mundo de paso solamente y que nuestro destino está conformado, básicamente, por tres fases: nacer, vivir y morir. Esta ley, sin embargo, en ninguno de sus capítulos habla de tiempos, edades o características que se deban cumplir para que el viaje llegue al fin. Estamos acostumbrados a que la mayoría de gente que fallece es aquella de cierta edad biológica, que ha acumulado cierta experiencia y que, en teoría, ya cumplió su misión en este mundo. Como toda ley esta tiene sus excepciones y nuestra amiga MARITZA PUENTE fue una de ellas. Todavía sin haber cumplido los 17 años, y —como decimos siempre— con toda la vida por delante, nuestra amiga se nos fue antes de iniciar Quinto de Secundaria. Con estas pequeñas lineas quiero recordar a los amigos que nos llevaron la delantera, siendo ésta una manera de mantenerlos vivos en nuestros corazones.
A quienes me honran con su visita a este humilde Blog me atrevo a dejarles este consejo: disfruten su vida, vivan felices y mantengan siempre una sonrisa en sus caras. Con solo eso harán que sus vidas, y las de aquellos que los rodean, sean mejores. Y como dice la introducción de un libro que leí: “El día que naciste tú lloraste mientras el mundo se regocijaba. Vive la vida de manera tal que, cuando mueras, el mundo llore y tú te regocijes”.